Hace tiempo me fui a hacer una entrevista a un headhunter y revisando mi c.v., estuvimos comentando largamente la diferente percepción de las personas que optan por crear una empresa o se embarcan en aventuras empresariales (los emprendedores) en España. De forma resumida esto fue lo que fuimos comentando:
- El emprendedor es un tipo con un carácter especial. Se mueve por una pasión, una pasión que es capaz de contagiar a todas las personas que le rodean.
- El emprendedor es un tipo que es consciente de la importancia de equivocarse para aprender. Quien no se cae, no aprende.
- El emprendedor es consciente de que el éxito no es sólo llegar a la meta que te has propuesto, sino aquel que es consciente de las cosas que ha tenido que sacrificar para llegar a ella.
- El emprendedor es el valiente que se decide a hacer, a llevar a cabo sus sueños.
En España culturalmente el emprendedor no ha sido bien visto. El que emprende es que quiere cambiar el orden establecido en su entorno o en sus circunstancias. Esto en muchos casos provoca reacciones en el entorno, como el recelo (creo que «te equivocas» o «deberías de hacer aquello que se espera de ti»), la opinión experta («el negocio que a montado fulanito, funcionaría mucho mejor si…») o el mal augurio / profecía: «ya veras como se la pega»…
Lo curioso de todas estas reacciones es cómo varían en el tiempo. Si el emprendedor consigue lo que se propone, nos encontramos con dos reacciones típicas. La reacción más habitual es la negación, o quitar mérito sobre lo conseguido. «Lo ha conseguido por suerte» o «yo con su dinero hubiera conseguido mucho más». La otra reacción es el reconocimiento que muy pocas veces llega. La otra posibilidad es que el emprendedor fracase, por lo que se tiene que encontrar con la frase de «ya te lo decía yo» y muy pocas veces se encuentra con el reconocimiento de la experiencia conseguida.
Después de de haber trabajado en varios proyectos empresariales, soy consciente que mi experiencia dentro de la gran empresa no se considera como un valor, sino como un handicap para trabajar en ella. En la gran empresa española, se valora aquellos que han seguido una carrera profesional siguiendo los cánones. La falta de valoración de aquellos que emprenden, que arriesgan, que aprenden es una de las causas del estancamiento de muchas empresas de hoy. En muchos casos y sobretodo en puestos intermedios, se busca el hacer lo establecido más que buscar nuevas fórmulas para hacer lo que siempre se ha hecho.
Lo que no cabe duda, es que aquellos que son emprendedores son conscientes de que emprender tiene infinitas caras: conseguir metas, superar obstáculos, ser dueño de tu propio destino, conseguir cosas por la pasión que llevas dentro, repensar lo establecido para trasformarlo en algo mejor, inventar cada día. Si eres de los que te mueves en tu vida siguiendo estos pensamientos eres un valiente, y este mundo es de los que se atreven, en definitiva de los valientes, de los emprendedores.