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Tengo la suerte de tener familia gallega. Para ellos la comida es muy importante. Se come mucho –quíza demasiado–, pero bien, muy bien. El caso es que siempre que vamos tengo la sensación de haber comido más de lo que debía.
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La gente que está habituada a comer mucho además tiene el problema que, en general, cuando come poco se queda con hambre. Independientemente de la calidad de los ingredientes, el cariño en la preparación, la innovación o la técnica utilizada. Tienen hambre. Les puedes hablar de lo importante que es la “deconstrucción”, la “esterificación” o la última técnica más afamada y utilizada en los mejores restaurantes. Tienen hambre. Puedes hablarles de la importancia de los ingredientes biológicos, de esa carne excelente que proviene de animales mimados y estimulados con masajes ayurveda, que descansan en establos de lujo. Siguen teniendo hambre.
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Los humanos somos animales de costumbres. Nos cuesta cambiar nuestros hábitos. Si estás habituado a preparar o pedir 2 ó 3 platos a rebosar, es normal que cuando vayas a un restaurante de esos “modernos” e innovadores, salgas con la sensación de que te falta algo. No estás saciado.
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Esto ocurre también en el mundo de la publicidad. Los anunciantes han “comido” grandes cantidades de impactos. He visto campañas con la misma creatividad de 1.000 grp’s concentrados en varios meses durante 3 años seguidos. Esos son muchos impactos. No obstante, cuando les intentas explicar que comer tanto no es sano, que produce colesterol, que la gente ya no ve los anuncios, que la efectividad (conseguir vender) y la eficacia (conseguir vender con la mejor combinación de elementos) no son lo mismo, les da igual. Probablemente sí que les interesa, pero en el fondo no quieren saber de nuevas técnicas culinarias. Ellos están habituados a comer mucho.
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He conocido a poca gente que haya conseguido romper con sus costumbres. Como dicen en Galicia: “Haberlos haylos”. Pero cuesta encontrar profesionales que saben desaprender, que saben disfrutar con la buena comida, aunque sea “poca”. Por eso, mientras esperamos un cambio generacional, los “cocineros modernos” vamos probando recetas nuevas. No sabemos cuándo llegará nuestro momento, pero lo que sí que está claro es que llegará.
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¡Qué aproveche!
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¡Bien! yo dije algo similar, pero no tan bien, hace un tiempo en mi blog, aunque referido a las agencias. Me encanta la sencillez con lo que lo has explicado y la analogía que has utilizado.
A las agencias les cuesta adaptarse a este cambio. Como a cualquier hijo de vecino, claro… ya sabemos que en España lo de adaptarse al cambio suena muy bien, nos lo explican en todos los martes pero a la hora de hacerlo ya es otra cosa. Demasiada fragmentación, demasiado «descontrol», demasiado bajo impacto… y estaban acostumbrados a todo lo demas. Pero creo que sí quieren saber, pero da miedo (es una suposición).
Y lo mismo ocurre con los anunciantes o peor. Todo eso que he dicho además se une con el típico «pero si yo siempre fui el mejor» «si mi producto es la pera»… así que encima se suma un tema casi personal.
Al final cambiarán por narices. No habrá más remedio. ¿Como era aquello? La letra con sangre entra, no? pues eso ;-)
Muchas Gracias!
Me gusta lo del cambio & los hábitos mientras leía el comentario me has dado una idea para otro post! pero lo dejaré reposar un poco.
Gracias de nuevo, esta es tu casa :)
Por cierto donde dice «martes» quise decir «Masters» … las prisas, ya sabes.
prisas + multitasking :)
Titonet,
Que fácil de entender lo tan difícil de explicar. Te felicito por la comparación culinaria. En fin, lo sencillo es lo mas coherente y nos empecinamos en hacerlo complicado.
Un saludo y hasta pronto,
merbondal
Gracias, creo que en lo simple está lo complicado :)