A través de Miguel Ferré, me pidieron si podía escribir una opinión para los cuadernos de económicos del ICE sobre el impacto de la economía de las plataformas en la educación. Esta esta es mi aportación y podéis ver el cuaderno entero aquí.
La economía de las plataformas dejará, sin ningún tipo de duda, su huella en la sociedad y de la misma manera lo hará sobre la educación. Lo que no queda claro es en qué aspecto. ¿Será un cambio positivo o, por lo contrario, nos encontraremos con monopolios mundiales que dominen la educación? Puede suceder que las personas compartan más y mejor su conocimiento o también puede ocurrir que la profesión docente se precarice del mismo modo que ha ocurrido con los conductores de Uber. En las próximas líneas pretendo dar un punto de vista muy personal sobre el impacto de la economía de las plataformas en la educación y con algunas ideas que espero que ayuden a la reflexión en un tema tan importante para la sociedad.
Algunas características sobre el mercado de la educación:
Hablar del mercado de la educación -en toda su amplitud- requiere de un esfuerzo de precisión para evitar errores conceptuales. Para contextualizar el cambio que se avecina, creo que es necesario entender cuatro características importantes de este sector:
- Multiciclos: El mercado de la educación es uno los sectores más importantes de la sociedad al que estamos vinculado en menor o mayor medida a lo largo de toda nuestra vida. Cada contacto con el sector pertenece a un ciclo con características singulares. Por ejemplo, la educación primaria -que está regulada- no tiene nada que ver con la formación profesional. Por tanto, toca precisar a qué ámbito nos referimos cuando hablamos de los cambios que afectan o afectarán a la educación.
- Un mercado atomizado: En el sector de la educación participan muchísimos actores y muy variados. Para que haya un cambio significativo sería necesario agrupar los intereses de todos estos actores y, sobre todo, romper los frenos que imponen. Esta atomización implica que el cambio no sea rápido.
- Formación vs. aprendizaje. La industria de la formación nunca antes ha generado tanto volumen de negocio como a día de hoy, pero también es cierto que nunca antes ha habido una crisis tan grande en la forma de aprender. Por desgracia, cuando un negocio va bien tiene pocos incentivos para cambiar.
- Lento retorno de inversión. Cualquier proyecto que quiera demostrar una mejora en el aprendizaje de las personas requiere de tiempo, justamente lo que no tienen los fondos de inversión. Los ciclos en educación son largos y lamentablemente desincentivan la inversión en el sector. Esto provoca que los cambios también sean más lentos.
Viendo la complejidad de este mercado se me antoja complicado que pueda aparecer una meta-plataforma educativa que transforme el sector. La mayoría de las iniciativas que van surgiendo en este contexto y ámbito están enfocadas a solucionar un problema concreto dentro de uno de los mencionados ciclos. Además, como hemos visto, se trata de un sector relativamente lento y con pocos incentivos para lograr cambios significativos a corto plazo. Parece -a priori- que habrá poca disrupción en el sector.
Pero quizá este enfoque no es el que nos sirva para entender por dónde pueden aparecer realmente los cambios. Quizá deberíamos observar el mercado de la educación desde otro ángulo: desde la revolución digital y su impacto en él.
Contexto de la educación en el era digital
La economía de las plataformas a mi entender no es más que una fase extra dentro la revolución digital en la que estamos inmersos. Una revolución que ya está transformando la base en la que se moverá el mercado de la educación. Estos son algunos de los impactos que ya se pueden observar:
- Formación continua: A mayor innovación tecnológica, más necesidad tendremos de estar al día para poder mantenernos en el mercado laboral. En consecuencia, irán aumentando paulatinamente los contactos con el sector.
- Experiencias educativas personalizadas: Los hábitos de consumo de la sociedad han cambiado -y mucho- en los últimos años. Hoy por hoy, las personas buscan la personalización a la hora de consumir contenidos. Y estamos ante un fenómeno que no solo afecta a los contenidos de entretenimiento, también se ha extrapolado a otros terrenos como el de la educación. Sin personalización, el interés de los alumnos irá bajando cada vez más. Pero además, desde mi punto de vista, lo peor es que puede provocar un sentimiento de «fracaso” en ellos por ser incapaces de hacer ese esfuerzo extra por aprender.
- El problema de la atención: Frente a la abundancia de contenidos, el recurso cada vez más escaso será la atención y el foco. Existen ya en la actualidad innumerables casos de déficit de atención. Y evidentemente, la solución no pasa por medicar a la sociedad.
- Nuevas formas de aprender: Si cualquier información, a día de hoy, la podemos encontrar a través de los los buscadores, entonces, ¿qué deberíamos o no aprender? El acceso a la información nos plantea un reto enorme en educación, ya que tenemos que crear nuevas metodologías de aprendizaje.
- La certificación perderá peso: El valor de un proyecto educativo reside hasta ahora en tres variables: acceso a conocimiento relevante, acceso a experiencias educativas transformadoras y en el valor de su certificación. Las dos primeras variables se han estandarizado, la tercera sin embargo creo que será la que más presión soportará en un futuro próximo. ¿Por qué digo esto? Porque el valor de la certificación sólo se podrá mantener estable hasta que el mercado laboral exija un cambio en la forma de contratar candidatos y esto irá mucho más allá que el currículum académico.
- Modas digitales: En educación, como en otros muchos ámbitos, se recogen las novedades que proporciona la tecnología con la esperanza que sean la solución a nuestros problemas. Pero, en general, estas modas tienen escaso impacto a corto plazo. Un ejemplo, los famosos Moocs (Massive Online Open Courses) que llegaron con fuerza como alternativa a la enseñanza profesional, pero que no han conseguido altas tasas de finalización entre los alumnos.
Vemos que el reto en educación es mayúsculo, pero hay una pregunta clave que nos falta por responder:
¿Hacía dónde vamos?
La palabra formación implica dar una ‘forma’. Pero, ¿qué forma debemos dar a los alumnos? ¿Les ayudamos a formarse para tener un empleo concreto que existe a día de hoy, pero que no sabemos si existirá mañana? La crisis actual del sector educativo radica precisamente en este punto: No sabemos qué futuro nos espera, y por tanto no sabemos cómo hay que preparar a los alumnos. Frente a este dilema, nos encontramos con 2 visiones contrapuestas sobre la educación del futuro:
Visión 1- La educación sirve para mejorar la empleabilidad y encontrar un mejor trabajo. Una mejor educación debería garantizar un mejor empleo.
Visión 2- La educación debería ayudar a las personas a ser más libres para poder abordar los retos del futuro que viene con la mejor preparación ética posible y con mayor conciencia social. En una sociedad en la que no habrá empleo para todos a causa de la robotización, necesitaremos aprender a pensar de forma diferentes, más allá del empleo individual.
En la actualidad, el sector educativo no tiene clara la visión a seguir frente a un mundo tan complejo como el que viene en los próximos años. Creo que se encuentra en plena transformación, pero sin una dirección clara de hacia dónde debería ir. La velocidad -sumamente lenta- de los cambios en este sector provoca una profunda preocupación, sobre todo en el ámbito empresarial que se pregunta dónde conseguirá el talento tan necesario para su crecimiento. Por otro lado, a nivel individual, la gente se plantea cómo estudiar y trabajar para no perder su trabajo. Y por último, aunque no menos importante, debemos preguntarnos qué tipo de sociedad estamos creando.
El impacto de las plataformas digitales en educación
En el sector de la educación, como ya hemos visto, la irrupción de la economía de las plataformas no ha provocado un cambio significativo. Los problemas con los que nos encontramos en este mercado a día de hoy son tan estructurales que la lógica de compartir recursos infrautilizados que plantean las plataformas digitales no es capaz todavía de abordar las principales cuestiones y problemáticas de fondo del sector.
No obstante, el que no exista una gran plataforma educativa, no significa que el mercado de la educación no pueda verse afectado por la economía de las plataformas. Existe un efecto colateral: la precarización del mercado laboral, aprovechado por algunas plataformas digitales, romperá en algún momento la relación estudio / trabajo. Hay muchas personas preparadas, con estudios, que no encuentran el trabajo para el que han sido formados. En muchas ocasiones, el mercado laboral no les deja otra alternativa que aceptar trabajos por debajo de su nivel de estudios. Y es aquí donde puede surgir, si la situación no mejora, un efecto significativo: La ruptura en la confianza en el sector educativo como mecanismo de acceso al trabajo. Un efecto que podría convertirse en la gota que colme el vaso, y que obligue a acelerar la transformación de la educación que a día de hoy no llega.