Hoy cumplo 50 años. Sí, nací el 17 de diciembre de 1973. En realidad no hay mucho cambio respecto al año pasado, pero es lo que tienen los número redondos. Que nos dan que pensar. Son como etapas que vas consumiendo. Es lo que tienen las matemáticas y la magia de los números. En realidad nos debería atraer más los número primos como el 47 o 53, pero no. El número redondo impacta en nuestro calendario y por tanto en nosotros.
Hace unos 25 años
Hace aproximadamente 24/25 años me ocurrió una anécdota.
Un fotógrafo me paró por la calle y me preguntó si me podía hacer una foto. Yo le dije que sí pero que me dijera qué haría con ella. Me contó que estaban organizando una exposición con los deseos vitales de la gente y que se utilizarían las vallas publicitarias de la ciudad como formato de exposición. Yo le dije que adelante y le dije que yo lo que quería en esta vida era «conocer».
La anécdota completa está aqui y esta es la foto.
25 años más tarde
Yo puedo decir que he conocido. He conocido lo que es la familia, esos lazos de amor sin exigencia de reciprocidad. He conocido el amor de mi madre, la integridad y coherencia de mi padre y lo que significa tener hermanas (no cabe aqui una descripción simple de ellas). He conocido el amor de mi pareja, de las locuras de nuestros principios, de nuestros viajes por los sueños del sur y después como adaptarnos a una vida llena de rutinas necesarias. He conocido a Nico y Luca, dos personajes infinitos que aun no conozco del todo, y que me solo quiero tener tiempo para poder aprender de ellos.
También he conocido como las familias se rompen, por lo más absurdo, por las envidias mal resueltas o por las cuentas pendientes.
He conocido muchos tipos de amistad. La que surge del aburrimiento. La que no exige nada y da de todo. La de las risas, las locuras inconscientes y también la amistad más serena de la madurez. He aprendido que hay amigos con los que conectas y otros con los que conectas a través de aficiones, intereses o momentos. También he conocido como los amigos se van, desaparecen como parte necesaria de la vida.
He conocido el dolor de la pérdida. Hay amigos que murieron de forma injusta y mucho antes de lo que tocaba. La muerte duele y se queda por dentro, ya no te la quitas. Esto también lo he aprendido.
He conocido lo que es el éxito – eso que muchos persiguen – y el fracaso más absoluto. En ninguno de los dos casos hay nada extraordinario y único por lo que merezca dedicarle solo energías a perseguirlo.
He conocido lo que es el azar, eso que marca en gran parte lo que ocurre en nuestra vida. He conocido el silencio y la paz. Eso tan escaso y reconfortante. Al mismo tiempo he conocido lo que es estar perdido y sin rumbo.
En estos primeros 50 años de mi vida he conocido muchas cosas, y ahora ya puedo empezar a pensar en los siguientes 25 años.
Los siguientes 25 años.
Lo que deseo en esta vida es seguir conociendo, ya que cada cosa vivida puede exprimirse un poco más. Para ello no se trata de buscar nuevas experiencias, si no en muchos casos de reconocer lo aprendido para poder saborearlo, para poder disfrutarlo.
Conocer cosas es como ir de viaje. Llegas a un sitio y lo ves. Pero llegar a reconocerlo es algo distinto. Hay que saber parar, contemplar, esperar para poder disfrutar un sitio. Hasta que no lo haces, creo que no llega a conocerlo.
Si tengo que pedir un deseo me gustaría eso, poder saborear detenidamente y de forma consciente todas y cada una de las cosas que he conocido.
Gracias vida. Mujer, hijos, familia, amigos, es un lujo todo lo que me habéis regalado estos años.